Como si estuviera llena de una poción mágica, el Valencia ha encontrado en la Copa del Rey la forma de revitalizarse. No importa que Javi Gracia eche mano de la segunda unidad de la plantilla porque el equipo responde y se desliza con una inercia que le impulsa en Liga. Ocurrió ante el Yeclano y se reprodujo ante el Alcorcón. Da igual la categoría del rival porque, si bien una parte de los problemas del Valencia son de juego, hay otro alto porcentaje que es anímico, de confianza. La Copa está aportando rodaje y haciendo felices a jugadores que se convierten en importantes.
Es el caso de Manu Vallejo, un revulsivo que no duda el cargarse el ataque del equipo a sus espaldas. En el helado césped de Las Rozas, lideró una contra, peleó en la banda y le dio una asistencia a Koba Koindredi para acabar con la ilusión de los locales en 12 minutos, que intentaron seguir vivos en el sueño copero pero apenas tuvieron oportunidades.