Algunos apodos reflejan exactamente el carácter y las características de los futbolistas. Y hacen fortuna entre los aficionados y la prensa. A Luis del Sol Cascajares lo llamaban «El Siete Pulmones«. Quedan expresadas con esas tres palabras la capacidad de lucha y las facultades de quien se hizo acreedor a ellas. También, de muy joven, a causa de su complexión física (1,69 y 65 kilos) y su corte de pelo, era «El Gordito del Empalme» y «Cepillito«.
Pero Del Sol, «El Siete Pulmones» para la eternidad del fútbol, no era solamente un indesmayable peón de brega, un interior de ida y vuelta, y absolutamente ambidextro, después de haber sido un notable extremo izquierdo. Poseía las suficientes dotes técnicas como para, complementando las físicas, erigirse en un futbolista históricamente relevante.
Fue un mito en dos clubes: el Betis y la Juventus. En el Real Madrid no permaneció el suficiente tiempo, sólo dos temporadas, como para adquirir la misma condición. Pero pocos jugadores pueden destacar tanto en un lapso tan breve. Con los blancos ganó dos Ligas, una Copa, una Copa de Europa (la de los 7-3 de Glasgow frente al Eintracht) y una Copa Intercontinental. Si todo eso no da para ser también un mito en el Bernabéu, se le parece mucho.