«Aún queda lo más difícil», advierten quiénes hace no tanto pasaron por el trance de jugarse la Liga con el Atlético en la última jornada. Koke, que el domingo se quedó observando desde la distancia, exhausto, vacío por el tremendo esfuerzo ante Osasuna, cómo sus compañeros celebraban la catarsis en forma de montonera, también conoce los códigos para esta peliaguda cuenta atrás.
Ayer por la mañana, entre risas, carantoñas y bromas, con el subidón de la remontada en el cuerpo, los jugadores del Atlético saltaron al césped del Cerro del Espino como subidos sobre una nube. Hasta Valladolid, sólo les quedarán tres sesiones de entrenamiento más, las últimas de un curso extenuante, marcado por un verano 2020 sin tregua, consecuencia de la pandemia. Hoy disfrutarán de su único día de descanso y, como ya advirtió Simeone a su plantilla antes de aquel feliz desenlace de 2014, lo mejor es aislarse de los comentarios. Del ruido estridente que ahora se multiplica a través de las redes sociales.