Casemiro, Kroos, Modric y Benzema. Sólo cuatro futbolistas del 11 titular que planteó Zidane ante el Liverpool ayer habían sido titulares en la final de Kiev en 2018. Ejemplo perfecto de la regeneración a la que se ha visto obligado el Madrid tras la salida de Cristiano Ronaldo. Ni Navas, ni Carvajal, ni Ramos, ni Varane, ni Marcelo, ni Isco ni el portugués asomaron en la alineación de Valdebebas. Dio lo mismo. En su partido número 50 en Champions como entrenador madridista, Zidane cambió a CR7 por Vinicius, incluyó a Militao y Nacho en el centro de la defensa, volvió a acoplar a Lucas en la derecha y dio alas a un Asensio confiado para volver a asestar un golpe perfecto a los reds.
De nada importó el desafío de Klopp durante el calentamiento. El alemán, con chándal y gorra, se mantuvo de pie en el centro del campo durante 15 minutos, dando la espalda a su equipo, enfocado en los ejercicios de preparación del Madrid. Antes había criticado a su manera la utilización de un estadio como el Di Stéfano para este tipo de duelos: «Esto es diferente a cualquier cosa que hayamos experimentado antes. Es un campo de entrenamiento». Un líder que terminó desesperado. Zidane, de traje, repitió la costumbre de esperar en vestuarios los minutos antes del encuentro.